martes, 6 de abril de 2010

MARCELINO CHAMPAGNAT

Nació en 1789 cerca de Lyon, Francia. Su padre que llegó a ser alcalde del pueblo, por defender y favorecer la religión tuvo que sufrir mucho durante la revolución francesa. La mamá era sumamente devota de la Virgen Santísima y le infundió una gran devoción mariana a Marcelino, desde muy pequeño, y le consagró su hijo a la Madre de Dios.Una tía muy piadosa le leía Vidas de Santos, y estas lecturas lo fueron entusiasmando por la vida de apostolado. La lectura de las Vidas de Santos entusiasma mucho por la virtud.Creció sin asistir a la escuela, pero las lecturas caseras lo fueron formando en un fuerte amor por la religión.Desde muy niño demostró mucha capacidad para aprender la albañilería, y la practicó en su niñez, y después este oficio le va a ser muy útil en sus fundaciones. También era ágil para el negocio. Compraba corderitos, los engordaba, y luego los vendía y así fue haciendo sus ahorros, con los cuales más tarde ayudará a costearse sus estudios.Terminada la revolución francesa, el Cardenal Fresh (tío de Napoleón) se propuso conseguir vocaciones para el sacerdocio y fundó varios seminarios. Cerca del pueblo de Marcelino abrieron un seminario mayor y un sacerdote visitador llegó a la casa de los Champagnat a visitar a alguno de los jóvenes a ingresar en el nuevo seminario. A Marcelino le entusiasmó la idea, pero su padre y su tío decían que él no servía para los estudios sino para los oficios manuales. Sin embargo el joven insistió y le permitieron entrar en el seminario.Como lo habían anunciado el papá y el tío, los estudios le resultaron sumamente difíciles y estuvo a punto de ser echado del seminario por sus bajas notas en los exámenes. Pero su buena conducta y el hacerse repetir las clases por unos buenos amigos, le permitieron poder seguir estudiando para el sacerdocio.En el seminario tenía otro compañero que, como él, tenía menos memoria y menos aptitud para los estudios que los demás, pero los dos sobresalían en piedad y en buena conducta y esto les iba a ser inmensamente útil en la vida. El compañero se llamaba Juan María Vianey, que después fue el Santo Cura de Ars, famoso en todo el mundo.Poco antes de recibir la ordenación sacerdotal, él y otros 12 compañeros hicieron el propósito de fundar una Comunidad religiosa que propagara la devoción a la Sma. Virgen y fueron en peregrinación a un santuario mariano a encomendar esta gracia. Marcelino logrará cumplir este buen deseo de sus compañeros.En 1816 fue ordenado sacerdote y lo nombraron como coadjuntor o vicario de un sacerdote anciano en un pueblecito donde los hombres pasaban sus ratos libres en las cantinas tomando licor, y la juventud en bailaderos nada santos, y la ignorancia religiosa era sumamente grande.

LA HUMILDAD MARISTA

La humildad nos acerca a Dios y nos hace apreciar nuestra realidad frente a la grandeza Divina. Conoce cómo vivir a fondo esta virtud.Narra San Mateo en el Evangelio de la Misa (1) que Jesús se retiró con sus discípulos a tierras de gentiles, en la región de Tiro y de Sidón.Allí se le acercó una mujer que, a grandes gritos, imploraba: “¡Señor, Hijo de David, apiádate de mí! Mi hija es cruelmente atormentada por el demonio.” Jesús la oyó y no contestó nada. Comenta San Agustín que no le hacía caso precisamente porque sabía lo que le tenía reservado: no callaba para negarle el beneficio, sino para que lo mereciera ella con su perseverancia humilde (2).La mujer debió de insistir largo rato, de tal manera que los discípulos, cansados de tanto empeño, dijeron al Maestro: Atiéndela y que se vaya, pues viene gritando detrás de nosotros. El Señor le explicó entonces que Él había venido a predicar en primer lugar a los judíos. Pero la mujer, a pesar de esta negativa, se acercó y se postró ante Jesús, diciendo: “¡Señor, ayúdame!”Ante la perseverante insistencia de la mujer cananea, el Señor le repitió las mismas razones con una imagen que ella comprendió enseguida: “No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perrillos.” Le dice de nuevo que ha sido enviado primero a los hijos de Israel y que no debe preferir a los paganos. El gesto amable y acogedor de Jesús, el tono de sus palabras, quitarían completamente cualquier tono hiriente a la expresión. Las palabras de Jesús llenaron aún más de confianza a la mujer, quien, con gran humildad, dijo “Es verdad, Señor, pero también los perrillos comen de las migajas que caen de las mesas de sus amos.” Reconoció la verdad de su situación, “Confesó que eran señores suyos aquellos a quienes Él había llamado hijos.”(3) El mismo San Agustín señala que aquella mujer “fue transformada por la humildad y mereció sentarse a la mesa con los hijos (4). Conquistó el corazón de Dios, recibió el don que pretendía y una gran alabanza de del Maestro: “¡Oh mujer, grande es tu fe! Hágase como tú quieres. Y quedó sanada su hija en aquel instante.” Seria seguramente más tarde una de las primeras mujeres gentiles que abrazaron la fe, y siempre conservaría en su corazón el agradecimiento y el amor al Señor.Nosotros, que nos encontramos lejos de la fe y de la humildad de esta mujer, le pedimos con fervor al maestro: ”Buen Jesús: si he de ser apóstol, es preciso que me hagas muy humilde.El sol envuelve de luz cuanto toca: Señor, lléname de tu caridad, endiósame: que yo me identifique con tu Voluntad adorable, para convertirme en el instrumento que deseas... Dame tu locura de humillación: la que te llevó a nacer pobre, al trabajo sin brillo, a la infamia de morir cosido con hierros a un leño, al anonadamiento del Sagrario.

LAS TRES VIOLETAS


las tres violetas son un signo de los hermanos maristas para representar de una forma muy conmemorativa las principios fundamentales de los maristas los cuales son humildad, sensilles y modestia
La humildad nos acerca a Dios y nos hace apreciar nuestra realidad frente a la grandeza Divina. Conoce cómo vivir a fondo esta virtud.Narra San Mateo en el Evangelio de la Misa (1) que Jesús se retiró con sus discípulos a tierras de gentiles, en la región de Tiro y de Sidón.Allí se le acercó una mujer que, a grandes gritos, imploraba: “¡Señor, Hijo de David, apiádate de mí! Mi hija es cruelmente atormentada por el demonio.” Jesús la oyó y no contestó nada. Comenta San Agustín que no le hacía caso precisamente porque sabía lo que le tenía reservado: no callaba para negarle el beneficio, sino para que lo mereciera ella con su perseverancia humilde (2).La mujer debió de insistir largo rato, de tal manera que los discípulos, cansados de tanto empeño, dijeron al Maestro: Atiéndela y que se vaya, pues viene gritando detrás de nosotros. El Señor le explicó entonces que Él había venido a predicar en primer lugar a los judíos. Pero la mujer, a pesar de esta negativa, se acercó y se postró ante Jesús, diciendo: “¡Señor, ayúdame!”Ante la perseverante insistencia de la mujer cananea, el Señor le repitió las mismas razones con una imagen que ella comprendió enseguida: “No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perrillos.” Le dice de nuevo que ha sido enviado primero a los hijos de Israel y que no debe preferir a los paganos. El gesto amable y acogedor de Jesús, el tono de sus palabras, quitarían completamente cualquier tono hiriente a la expresión. Las palabras de Jesús llenaron aún más de confianza a la mujer, quien, con gran humildad, dijo “Es verdad, Señor, pero también los perrillos comen de las migajas que caen de las mesas de sus amos.” Reconoció la verdad de su situación, “Confesó que eran señores suyos aquellos a quienes Él había llamado hijos.”(3) El mismo San Agustín señala que aquella mujer “fue transformada por la humildad y mereció sentarse a la mesa con los hijos (4). Conquistó el corazón de Dios, recibió el don que pretendía y una gran alabanza de del Maestro: “¡Oh mujer, grande es tu fe! Hágase como tú quieres. Y quedó sanada su hija en aquel instante.” Seria seguramente más tarde una de las primeras mujeres gentiles que abrazaron la fe, y siempre conservaría en su corazón el agradecimiento y el amor al Señor.Nosotros, que nos encontramos lejos de la fe y de la humildad de esta mujer, le pedimos con fervor al maestro: ”Buen Jesús: si he de ser apóstol, es preciso que me hagas muy humilde.El sol envuelve de luz cuanto toca: Señor, lléname de tu caridad, endiósame: que yo me identifique con tu Voluntad adorable, para convertirme en el instrumento que deseas... Dame tu locura de humillación: la que te llevó a nacer pobre, al trabajo sin brillo, a la infamia de morir cosido con hierros a un leño, al anonadamiento del Sagrario.

LAS TRES VIOLETAS



El tema propuesto, "la educación marista en México hacia el siglo XXI adquiere una relevancia especial a unos días de la canonización de su fundador Marcelino Champagnat. Marcelino funda a los Hermanos Maristas de la Enseñanza el 2 de enero de 1817; en 1863, 42 años más tarde la Santa Sede les da su aprobación como instituto laical autónomo y de derecho pontificio, respetando su significativo nombre de origen: "Hermanos Maristas de la Enseiíanza".'
En los últimos cinco años, los hermanos maristas de las provincias mexicanos han realizado un sincero y profundo proceso de discernimiento de su misión, de sus obras, de su vida comunitaria y de sus compromisos religiosos. Este proceso se ha complementado, con otro, no menos confrontante, tendente a la revitalización y reestructuración de la institución y de sus obras.
En el acompañamiento del trabajo de recolección, estructura- ción y análisis de la información de estos procesos hemos tenido la oportunidad de conocer la vida de su fundador, su espíritu y sus constituciones; hemos conocido acerca de su misión educativa, de sus proyectos y de sus obras apostólicas educativas y de sus misiones; pero, sobre todo, en el contacto con la vida de los hermanos, en el ejemplo de su compromiso y dedicación, en el compartir y conocer sus inquietudes, sus retos e ilusiones hemos encontrado una fuente invaluable de conocimiento vivencias.
Esta experiencia es el trasfondo inmediato y el horizonte vital de las reflexiones, que hoy presentamos a su consideración.
Al proponer estas ideas nos sentimos comprometidos en la búsqueda de formas educativas para hacer realidad los valores compartidos. Hacerlo es un privilegio, por el significado del poder contribuir con un "grano de arena" a la misión educativa de los hermanos; es nuestro convencimiento de que otras personas preparadas y significativas, en la vida y obras de los maristas, podrían hacerlo mejor.
Preguntas punto de partida para guiar la reflexión
Al iniciar esta reflexión nos planteamos tres preguntas: ¿Qué significado tiene para el México de hoy, en el umbral del siglo = el carisma marista y las obras apostólicas de los hermanos maristas?
¿Qué pueden esperar hoy y para los próximos 20 años, en su formación y educación, de los hermanos maristas, la sociedad mexicana, sus familias, sus niños y sus educadores?
¿Qué pueden esperar de sus colaboradores más cercanos que comparten la misión educativa marista y sus compromisos?
Toda pregunta constituida en un campo de significados ricos y complejos, como las planteadas, requiere de un proceso de interpretación. Este proceso, a su vez, exige una explicitación de su marco de referencia y de las realidades a las que se aluden en él. Diría la filosofía trascendental: toda pregunta se formula en y desde un horizonte de un saber-que-no-sabe acerca de la realidad; y se constituye en la dialéctica entre concepto y realidad.
El marco de referencia adecuado para responder este tipo de preguntas, no puede ser, paradójicamente, el de la racionalidad de medios-fines.
Es decir, no bastaría con una lectura adecuada de los datos de realidad y su enjuiciamiento a la luz de la misión educativa marista, ni con la ponderación de recursos, capacidades y obstáculos para obtener los elementos adecuados para responderlas.
Estas preguntas demandan por la índole propia de su campo de intelección y comprehensión, la adopción de una postura existencias de los tiempos a la luz de la fe, de la oración y de los valores trascendentes expresados en la misma misión.
Perspectivas semejantes a la de esta postura, la encontramos implícita en análisis filosóficos y balances existenciales de lo que ha significado para la humanidad el siglo XXI. De manera ilustrativa presentamos el que hace el filósofo y catedrático de la facultad de filosofía de la Universidad de Barcelona Norbert Bilbeny, quien es también investigador invitado en las universidades de Berkeley, Stanford y Harvard, al ser entrevistado en un diario de circulación nacional.2
Para este pensador una aportación importante del siglo XX ha sido el hecho de poder llegar a asumir radicalmente nuestras limitaciones, para que no se vuelvan a repetir los engaños y desastres anteriores. Para Bilbeny el nuestro ha sido un siglo trágico en el que la filosofía nos ha confrontado radicalmente con nosotros mismos y con nuestras capacidades de sobre vivencia; de tal manera que nos deberíamos sentir avergonzados de nuestra extrema arrogancia, la de pensar que somos una especie superior, y que nuestra historia ha sido desarrollada sobre un mandato de excelencia, de magisterio, que puede ser "enseñada" a las próximas generaciones con orgullo, más que con cierto sentido de culpa.
La superioridad con que ordinariamente nos dirigimos a nosotros mismos, a las otras especies y al resto de espacios del universo, es algo de lo que debiéramos avergonzarnos, ya que con ella hemos provocado millones de víctimas y destrucción de la naturaleza, a lo largo de la historia.
No obstante, podemos estar orgullosos de que, pese a todo, está en nuestras manos recuperar la humanidad que hemos ido perdiendo en el camino.
De aquí que la asignatura pendiente más acuciante de la sociedad global es de tipo moral: la necesidad de desarrollar una ética más madura, más sensible y más viva.
El exceso de racionalismo, de actitudes de control y las creencias irrestrictas en paradigmas de éxito han conducido a millones de jóvenes en el final de este siglo XX a la pérdida de ilusiones y a una crisis existencial de valores sin precedentes.
Educación y horizonte ético: necesidad de una respuesta ética
La educación del siglo = está ya marcada y orientada por un horizonte ético. Es decir, toda propuesta educativa futura, toda innovación, toda institución, todo proyecto, para ser educativo, deberá tener como punto de partida y horizonte de construcción una propuesta valoral y una opción existencias por los valores que propone.
Algunos de los lacerantes dilemas ético educativos que vivimos, desafortunadamente como elemento cotidiano de nuestras sociedades, pueden ilustrarnos lo anterior: hemos logrado, en los últimos cincuenta años, crecer en servicios educativos para las mayorías; pero la mejor educación ha sido para las minorías al margen o a costa de las mayorías; la globalización ha dado un tinte específico a la educación formal con su paradigma dominante de una educación para la competencia, para el éxito y para el bienestar económico, a costa de la equidad, de la justicia y de la solidaridad social, y ha sido causa de empobrecimiento de millones de seres humanos; las personas hoy logran más años de educación, pero estos no des dan acceso necesariamente a mejores niveles de vida, hecho que está generando una gran desilusión y pesimismo social; existe también, sobre todo en países más avanzados, una sobre calificación para el mundo del trabajo productivo y un desempleo creciente inter generacional, que en algunos países se extiende hasta tres generaciones dentro de la misma familia.
Estos y otros dilemas no tienen respuesta en mejoras cualitativas de la educación debidas a la implementación de metodologías educativas innovadoras o a la incorporación de novedosas tecnologías de comunicaciones y o a las tecnologías informáticas, de acopio, almacenaje y distribución de información. Tampoco los programas compensatorios que se han implementado en vanos países con diferentes niveles de desarrollo, y en los que se asignan grandes cantidades de recursos económicos, humanos y tecnológicos para romper los círculos de inequidad o de pobreza, producen los resultados significativos esperados.
Estos fenómenos nos hacen pensar que toda opción educativa, ya sea metodológica, tecnológica, organizacional, institucional o eco- nómica tiene hoy, ineludiblemente, un contenido ético sin precedente en la historia humana.
Los dilemas éticos y la formación valoral que la educación deberá enfrentar, con carácter de urgentes, en el siglo que inicia están marcados por un conjunto de realidades, que prefiguran ya cambios importantes en lo económico, social, político, tecnológico.
La educación es en y para un "mundo que hay que educar"
¿Cuáles son algunas de las características distintivas de este "mundo que hay que educar"? ¿Qué ofrece el proyecto marista, su misión educativa a este mundo"? Dicho de otra forma, ¿las generaciones, grupos e instituciones que tienen responsabilidad educativa para los próximos 20 años, en México, a qué hombre y para qué sociedad deben educar? ¿Desde qué valores y para qué valores? ¿Bajo qué condiciones culturales, institucionales, metodológicas se realizará la producción del hecho educativo en el futuro inmediato? Refiriéndose al futuro, y en relación a la cultura de cambio de
los maestros, y a las respuestas que éstos dan existencialmente a propuestas de innovación educativa, Margaret Mead, expresó lo siguiente: es un hecho que, para los maestros, el futuro ya pasó y no se han dado cuenta. Viven gran parte de su existencia proponiendo lo que aprendieron en el pasado para un futuro que desconocen. Para nosotros, el futuro educativo está ya en el presente; podemos y debemos leerlo en los signos de los tiempos para entender cómo dar respuesta a sus retos. El primer reto es el de adscribirnos a ese futuro como protagonistas, de forma consciente y responsable junto con nuestras instituciones y con nuestros proyectos educativos. ¿Cuáles son algunos de estos signos distintivos, y cuáles las características del mundo que hay que educar? El primero y fundamental, que hemos ya señalado, es que la educación de hoy y del futuro inmediato está marcada ineludible- mente por su contenido ético y valoral. Al llegar al final de este siglo hemos logrado tomar conciencia de un hecho sin precedentes en la historia del hombre: la posibilidad y la necesidad de optar existencialmente por los valores, en la organización y en la estructura de las instituciones como condición de viabilidad del género humano. Más aún, hemos llegado a formular y proponer marcos valorases compartidos de forma casi universal, para dirigir y regir la convivencia humana en un mundo globalizado.
Estos marcos valorales nos guían ya, nos inspiran y nos sirven de criterio para enjuiciar nuestras realizaciones humanas y nuestros proyectos educativos.
Históricamente estamos llegamos al fin de un siglo y de un milenio con el patrimonio valioso de tres marcos valorales compartidos casi de forma universal.
Los valores de la persona en comunidad. El personalismo comunitario
Uno es el marco de los valores de la persona en comunidad, la Postura antropológica fundamental que reconoce a la persona como ser inacabado, como proyecto y que constituye "caminos" para la persona en comunidad: la formación y la conquista de la libertad en la responsabilidad; la comunicabilidad de la persona; el conocimiento como construcción social; la sociabilidad y sus dimensiones, solidaridad, equidad, trabajo, colaboración, participación; la creatividad como desarrollo "autopiético"; la trascendencia que se origina en la autonomía del espíritu, cuando el sujeto toma posición existencias de lo que es correcto, de lo que es bueno y se ubica ante Dios, en el mundo de la historia y subordina a Dios razón, sentido y justicia.
Los valores de la educación en y para la vida
Otro es el marco de los valores educativos de la vida para la vida: el respeto a la vida, la convicción de educar para generar las condiciones de viabilidad del género humano, el cuidado de la biodiversidad biológica, etcétera.
Los valores en los derechos humanos universales
Un tercer marco es el de los valores expresados en los derechos universales del hombre: la libertad, la prohibición de la esclavitud; la libertad de expresión y de opinión; la igualdad en dignidad y en derechos; la solidaridad; la participación; el desarrollo sustentable.
Tres referentes valorases que se han ido explicitando, "tematizando", formulando y compartiendo progresivamente, en los dos últimos siglos.
Han nacido de la conciencia colectiva a través de experiencias límite dolorosas: guerras, genocidios, eventos catastróficos de la naturaleza en los que el hombre ha tenido su parte importante.
También tienen otra fuente: la reflexión y la conciencia colectivas, adquiridas frente a las posibilidades y límites de desarrollos filosóficos, científicos y tecnológicos.
Y, sobre todo, principalmente han nacido del testimonio de vida de personas, grupos e instituciones que han encarnado estructuras de bien de orden en las que se expresan y hacen transparentes creencias y valores humanos y religiosos trascendentes. Por mencionar dos personas que con su testimonio de vida han trascendido en instituciones, una del siglo pasado y otra de este siglo: el Beato Marcelino Champagnat y la Madre Teresa de Calcuta.

martes, 30 de marzo de 2010

virgen inmaculada

El dogma de la Inmaculada Concepción es un artículo de fe del Catolicismo que sostiene la creencia en que María, madre de Jesús, a diferencia de todos los demás seres humanos, no fue alcanzada por el pecado original sino que, desde el primer instante de su concepción, es decir, de su ser personal, estuvo libre de todo pecado. No debe confundirse esta doctrina con la de la maternidad virginal de María, que sostiene que Jesús fue concebido sin intervención de varón y que María permaneció virgen antes, durante y después del embarazo.
Al desarrollar la doctrina de la Inmaculada Concepción, la Iglesia Católica contempla la posición especial de María por ser madre de Jesús de Nazaret y sostiene que Dios preservó a María libre de todo pecado y, aún más, libre de toda mancha o efecto del pecado original, que había de transmitirse a todos los hombres por ser descendientes de Adán y Eva, en atención a que iba a ser la madre de Jesús, que es también Dios. La doctrina reafirma con la expresión "llena eres de gracia" (Gratia Plena) contenida en el Saludo del Ángel (Lc. 1,28) y en la oración del Ave María este aspecto de ser libre de pecado por la gracia de Dios.


Otros padres que dan similares alabanzas a María son san Justino, san Ireneo, san Efrén, san Ambrosio y san Agustín.
La idea de María como antítesis de Eva era común y muy desarrollada por los Padres de la Iglesia en los inicios del cristianismo. Igual que una mujer, Eva, había sido la causa de la perdición del género humano, María era causa de la salud al ser la madre del Redentor.
Desde el siglo V existía ya una fiesta a la concepción de santa Ana, fiesta que se inicia en el oriente griego difundiéndose por Italia meridional (en el Siglo VII), Irlanda (desde el siglo IX) e Inglaterra (desde el siglo XI). Durante los siglos XII y XIV surgieron diversas controversias o debates teológicos sobre este asunto. Los papas Sixto IV y Alejandro VII, entre otros, prohibieron las enseñanzas contrarias a la doctrina de la Inmaculada Concepción. El movimiento inmaculista alcanzó gran pujanza durante las edades Media y Moderna gracias a los franciscanos, grandes devotos y propagadores de esta advocación mariana.
La creencia piadosa en la Inmaculada Concepción arraigó especialmente en España. Numerosos templos, capillas, ermitas y monumentos le fueron dedicados, y fue nombrada patrona del reino por Carlos III, quien además creó la Orden de Carlos III en su honor.
La doctrina fue definitivamente definida como dogma de fe y por tanto revestida de los caracteres de infalibilidad e inmutabilidad el día 8 de diciembre de 1854, en la bula Ineffabilis Deus del papa Pío IX. Desde entonces el día 8 de diciembre ha quedado como fecha de la fiesta de la Inmaculada Concepción en toda la Iglesia Católica.
Especial relación con la Inmaculada tienen las apariciones de Lourdes. Bernadette Soubirous declaró que la Virgen María, al ser interpelada sobre su nombre, dijo: Yo soy la Inmaculada Concepción. Usualmente se representa la imagen de esta advocación de Lourdes con una banda azul celeste, color inmaculista, ciñéndole la cintura.

miércoles, 24 de marzo de 2010

SEMANA SANTA



La Semana Santa es la conmemoración anual cristiana de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret. Jesús de Nazaret o lo que es igual conmemorar sus últimos días, por ello, es un período de intensa actividad litúrgica dentro de las diversas confesiones cristianas. Da comienzo el Domingo de Ramos y finaliza el Sábado Santo, aunque su celebración suele iniciarse en varios lugares el viernes anterior (Viernes de Dolores) y se considera parte de la misma. La Semana Santa va precedida por la Cuaresma, que culmina en la Semana de Pasión donde se celebra la eucaristía en el Jueves Santo, se conmemora la Crucifixión de Jesús el Viernes Santo y la Resurrección en la Vigilia Pascual durante la noche del Sábado Santo al Domingo de Resurrección.
Durante la Semana Santa tienen lugar numerosas muestras de religiosidad popular a lo largo de todo el mundo, destacando las procesiones y las representaciones de la Pasión.

HISTORIA

A principios del siglo IV había en la cristiandad una gran confusión sobre cuándo había de celebrarse la Pascua cristiana o día de Pascua de Resurrección, con motivo del aniversario de la resurrección de Jesús de Nazaret. Habían surgido en aquel momento numerosas tendencias o grupos de practicantes que utilizaban cálculos propios. Ya en el Concilio de Arlés (en el año 314), se obligó a toda la Cristiandad a celebrar la Pascua el mismo día, y que esta fecha habría de ser fijada por el Papa, que enviaría epístolas a todas las iglesias del orbe con las instrucciones necesarias. Sin embargo, no todas las congregaciones siguieron estos preceptos. Es en el Concilio de Nicea (en el año 325) donde se llega finalmente a una solución para este asunto.
En él se estableció que la Pascua de Resurrección había de ser celebrada cumpliendo unas determinadas normas:
Que la Pascua se celebrase en domingo.
Que no coincidiese nunca con la Pascua judía, que se celebraba independientemente del día de la semana. (De esta manera se evitarían paralelismos o confusiones entre ambas religiones).
Que los cristianos no celebrasen nunca la Pascua dos veces en el mismo año. Esto tiene su explicación porque el año nuevo empezaba en el equinoccio primaveral, por lo que se prohibía la celebración de la Pascua antes del equinoccio real (antes de la entrada del Sol en Aries).
No obstante, siguió habiendo diferencias entre la Iglesia de Roma y la Iglesia de Alejandría, si bien el Concilio de Nicea dio la razón a los alejandrinos, estableciéndose la costumbre de que la fecha de la Pascua se calculaba en Alejandría, que lo comunicaba a Roma, la cual difundía el cálculo al resto de la cristiandad.
Finalmente fue Dionisio el Exiguo (en el año 525) quien desde Roma convenció de las bondades del cálculo alejandrino, unificándose al fin el cálculo de la pascua cristiana.
La Pascua de Resurrección es el domingo inmediatamente posterior a la primera Luna llena tras el equinoccio de primavera, y se debe calcular empleando la Luna llena eclesiástica; sin embargo, ésta casi siempre coincide con la Luna llena astronómica, de modo que para efectos de cálculo es generalmente válido emplear la más tradicional definición astronómica. Por ello puede ser tan temprano como el 22 de marzo, o tan tarde como el 25 de abril.
En algunos países se suspenden las labores docentes durante dos semanas que abarcan desde el sábado anterior al viernes santo hasta el segundo domingo después del Viernes Santo.

EL DIA DE LA MUJER



El Día Internacional de la Mujer Trabajadora (o también Día Internacional de la Mujer) se celebra el día 8 de marzo y está reconocido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En este día se conmemora la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo integro como persona. Es fiesta nacional en algunos países.
La idea de un día internacional de la mujer surgió al final del siglo XIX, en plena revolucion industrial y durante el auge del movimiento obrero. La celebración recoge una lucha ya emprendida en la antigua Grecia y reflejada por Aristófanes en su obra Lisístrata, que cuenta como Lisístrata empezó una huelga sexual contra los hombres para poner fin a la guerra, y que se vio reflejada en la Revolución francesa: las mujeres parisienses, que pedían "libertad, igualdad y fraternidad", marcharon hacia Versalles para exigir el sufragio femenino, pero no fue sino hasta los primeros años del siglo XX cuando se comenzó a proclamar, desde diferentes organizaciones internacionales de izquierda, la celebración de una jornada de lucha específica para la mujer y sus derechos.




DIA DE LA MUJER MOVIMIENTO OBRERO




Aún con los hechos redactados en la anterior cronología, la historia más extendida sobre la conmemoración del 8 de marzo hace referencia a los hechos que sucedieron en esa fecha del año 1908, cuando murieron calcinadas 146 mujeres trabajadoras de la fábrica textil Cotton de Nueva York en un incendio provocado por las bombas incendiarías que les lanzaron ante la negativa de abandonar el encierro en el que protestaban por los bajos salarios y las infames condiciones de trabajo que padecían.
También se reconoce como antecedente a las manifestaciones protagonizadas por obreras textiles el 8 de marzo de 1957, también en Nueva York.
En el estudio realizado por Isabel Álvarez González y publicado bajo el título Los orígenes y la celebración del Día Internacional de la Mujer, 1910-1945 (KRK-Ediciones, Oviedo, 1999), el incendio que se vincula con la celebración de esta fecha no fue el 8 de marzo sino el 25 de marzo de 1911, pocos días antes de la celebración del primer Día Internacional de la Mujer, en la empresa Triangle Shirtwaist.
La manifestación a la que muchas veces se hace referencia, no habría ocurrido el 8 de marzo de 1908 ni de 1857, como muchas fuentes señalan, sino el 27 de septiembre de 1909; a partir de noviembre de 1908, según otras fuentes, en el marco de una huelga de más de trece semanas de duración que las empleadas y empleados del sector textil realizaron en el East Side de Nueva York. Participaron más de 20.000 obreros, en su inmensa mayoría mujeres. Durante esas 13 semanas padecieron hambre, ataque de esquiroles, detenciones (más de 600), despidos... pero consiguieron las peticiones reclamadas. El 8 de marzo de 1909 se convocó una manifestación exigiendo, de nuevo, mejoras de condiciones para las mujeres emigradas y la abolición de la explotación infantil así como el derecho al voto de las mujeres.
Las historiadoras Liliane Kandel y François Picq afirman que el mito que sitúa la manifestación en el año 1857 fue creado en 1955 para eliminar el carácter comunista que más tarde adquiriría el Día Internacional de la Mujer.
Aun así, tal y como reconoce la historiadora Mari Jo Buhle en su obra Women and American Socialism 1870-1920 (Las mujeres y el socialismo norteamericano 1870-1920), el incendio de la Triangle Shirtwaist Company fue de una gran transcendencia en la historia social de los Estados Unidos y del movimiento obrero y feminista, al dar muerte a las obreras que en 1910, el año anterior al mismo, habían protagonizado la primera huelga llevada a cabo exclusivamente por mujeres en demanda de mejoras en su situación laboral.